jueves, julio 16, 2015

Una mano de poemas


Tan iguales y tan diferentes, como los dedos de una misma mano; una mano monstruosa porque hay millones de interpretaciones, de tiempos, de status diferentes de un amor que, a fin de cuentas, sigue siendo el mismo, así son las perspectivas del amor romántico.

Esta, es una mano de poemas para cinco diferentes estados del amor, para cinco instantes que la mayoría de nosotros ha transcurrido aunque como he dicho antes, cada uno tenga su propia interpretación.

Porque al final, cada uno de nosotros es un prisma que ha sido pulido por aquellas relaciones con las que hemos tenido contacto –ásperas o suaves- a lo largo de nuestra vida; entonces el amor que es pura luz, la más blanca que veremos nunca, nos traspasa y sin importar que tan opacos seamos se encarga de encontrar las transparencias, de obtener lo mejor de nosotros para proyectar figuras, colores únicos y por supuesto sombras sobre la gente a la que amamos.

Meñique...


Para perderse…

Para perderse en los cajones
como cartas viejas,
como regalos de amores ya extraños;
para perderse en los cajones,
como polvo que antaño fue estrellas,
para perderse pues,
como una bestia por las bellas,
como un ratón por los rincones.

En cambio,
también para encontrarse
para ubicarse en el medio de la nada
para derribar muros, paredes, barricadas
para encontrarse mucho antes de perderse

Si me miras,
con esa forma simple de mirarme,
pierdo el alma
y me encuentro a mi por duplicado.
Me encuentro en el futuro,
me pierdo en el pasado;
como si encontrarme
dependiera de perderme,
o de encontrar el área de este amor,
lado por lado

Me pierdo y me encuentro
si me miras
con esa forma tuya de mirarme.

Autor: Raúl David Salomón García

Anular...

 
A su abrigo…

Todas esas madrugadas a tu lado acurrucado,
en el lado obscuro de tu corazón, mi salvación.
en tu cuerpo navegando, explorando
las mil formas de evitar la negación, negociación;
al amparo y abrigo de tu ombligo, aliado y enemigo.

Tu sonrisa, tu pelo en la prisa,
el desayuno certero, lleno de 'te quieros',
la balada en la radio que suena, la cena,
el taxi para dos y un solo viaje, sin apenas equipaje
y un montón de destinos que cumplir, tanto por sentir.

Los domingos de televisión, de sillón,
la comodidad de tu pelo despeinado, tu café descafeinado;
tu manía de andar descalza, tu presencia por la casa,
las navidades en tus besos, los sepelios y sus rezos,
el sentimiento a flor de piel, amargo y miel.

Al amparo y abrigo de tu ombligo,
aliado, enemigo, mercenario, alimento milenario
que me sigue a todas partes, de Venus a Marte;
para recordarme que eres mía y que te pertenecía
para darme asilo y mantenerme en vilo.

El aire que respiro, lo primero que yo miro,
mi refugio, maravilloso el artilugio,
el pensamiento compartido, el amar correspondido,
el estar tu para mi, paciente, vehemente.
El estar yo para ti, ardiente, complaciente.

La cama y sus secretos, el querernos sin decretos,
sin papeles, sin notario, nuestro sistema planetario.
El olvidarnos del resto del mundo, en un beso rotundo.
La mirada consternada, la pasión acalorada,
Y la perdición del alma mía, como el primer día.

Eso somos, esos seres, eso soy y eso eres.
El futuro que viene, decisión que nos conviene,
Eso de amarnos sin motivos aparentes, así, de valientes;
ver pasar las horas a tu lado, tu costado en mi costado
y acariciar tu boca azucarada, después, después nada.

Autor: Raúl David Salomón García

Medio...


La caducidad del destino

No me esperes a cenar
porque hoy no llego,
llegó la hora de aplicar
todo lo que sé del desapego

Se acabó lo de adorarte,
aquello de cumplirte los antojos,
de aquello que solía yo profesarte
ya solo nos quedan los despojos.

Tus holas son adioses disfrazados,
tu llegada tiene un gusto a día después;
no me mires con los ojos azorados,
tenía que pasar, que pase pues.

No miremos hacia atrás, no tiene caso,
este poema es un posmortem y un réquiem;
algunos contratos se terminan de un plumazo,
Démosle a cada cual su cada quien.

Estarás bien, mejor sin mi.
Digámonos adiós sin miramientos.
Estaré bien, mejor sin ti.
El amor llega imprevisto y se va sin aspavientos.

Pero no hay razón pa lamentarse,
en amor cualquiera tiene un desatino;
y es que no existe forma de enterarse,
que fecha de caducidad tiene el destino.

Estaré bien, mejor sin ti.
digámonos adiós sin me arrepiento.
Estarás bien, mejor sin mi.
Ajustemos las velas, cambió el viento.

Autor: Raúl David Salomón García

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Si te vas…

Si te vas,
llévate contigo la tristeza,
las ganas de buscarte,
cómprale un boleto a la esperanza.

Si te vas,
déjame la nada,
no me dejes el vacío de los espejos,
no me dejes las fotos mutiladas.

Si te vas,
de una vez vete completa,
llévate las listas del súper,
risas, noches de luna en la maleta.

Si te vas
llévate también las desveladas,
empaca las horas sin ti,
la desilución desesperada.

Contrata un camión para los sueños
y un baldío para el futuro.
Declárame mesteño, sin dueño,
sin nombre, sin tierra, sin apuro.

Si te vas
echa el cerrojo por fuera,
tapia la casa,
llévate tu presencia residual;
nunca me han gustado los fantasmas
y me convertiría en uno
si te vas

Autor: Raúl David Salomón García

Pulgar...


Todo o nada

Eres la mayor de mis apuestas
y el albur más arriesgado,
jugar es el menor de mis pecados
pero esta es la más grande de mis gestas

Esta vez me juego hasta el alma,
esta mesa de pocker no admite retirada;
pagaría por verte enamorada
si vendieran eso que se llama calma.

Nada es para después es todo o nada,
tampoco hay revancha en la partida;
estoy harto de la bohemia avinagrada,
con gusto dejo por ti, la mala vida

Espero que el dealer allá arriba
me haya dado la mejor de las jugadas
y que la mano haya sido repartida
como para sobrevivir al as de espadas

El trébol se lo dejo al perezoso
a aquellos que buscan y no encuentran,
el diamante es para aquellos que se centran
en lo material, al codicioso.

Supe a que carta apostar nomás con verte
e incluso hice caso omiso a las razones,
porque sé que esto es cuestión de vida o muerte
y que esto va más allá de las pasiones,
contra el pronósticos o la misma suerte,
decidí apostarle al dos de corazones.

Autor: Raúl David Salomón García